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Canciones

martes, 3 de junio de 2014

El Último Suspiro



EL capítulo anterior es la Grúa 

Ella me comenta: “Yo no espero nada de la vida, lo tengo todo hecho”.

-Oye, sonrisa perfecta, la vida espera cosas de ti. ¿Cómo que lo tienes todo hecho? Con tu edad de princesa ¡no me jodas! Mira, sonrisa perfecta, aquí me tienes como un amigo, simplemente como amigo, solo quiero ver  miradas de felicidad en tus ojos.

-¿Porque?

-Para que te des cuenta de que la vida sigue y aunque te sientas sola, estoy contigo, para lo que quieras.

-Tengo miedo.

-Coge el casco y tíralo al vació.

Desata el casco y lo deja caer en el vació. El casco cae y cae. Observamos como rebota en el suelo.

Le pregunto:

- ¿Vale la pena tener miedo? ¿De qué te sirve? ¿Cómo protección?, ¿De quién te proteges?

-Oye, si tengo ganas de tirarme,  ¿a ti que te importa?

-Si te tiras, me tiro contigo.

-¿Por qué?

-Porque, en todo caso ¿para qué?

-¿Para qué?

-Pues, para agarrarte en el vuelo e intentar  de que cuando llegues al suelo caigas encima de mí, así tendrás más posibilidad de VIVIR.

Ella no sabe que responder, me mira fijamente.

Le comento: "¿Y tus amigos y tu Tonic, que hacemos con ellos? Ellos sufren por ti, quien le dará comida a la Tonic, quien le hará tu RITUAL".

JODER, VIVE LA VIDA, SONRISA PERFECTA, AL PRECIPICIO DE LA VIDA ES MEJOR MIRARLO DE FRENTE, TIENES UN GRAN CORAZÓN, TU LO SABES MUY BIEN, LA VIDA NO ES UN CAMINO DE ROSAS, LUCHA POR TI, SIN TI NADA ES IGUAL, PORQUE LA VIDA Y EL UNIVERSO NO SE TIENE QUE SOPORTAR SIN TU CARIÑO.

Levanta la cabeza y voltea su cintura, empieza a caminar hacia mí, coloca los pies en los hierros y resbala.
Se cae y sus manos se agarran, en el último instante, a los hierros. Su cuerpo está totalmente en el vacío, solo sus manos le impiden caer y encontrar la muerte. Empiezo a correr y me acerco a ella. Mi cuerpo empieza a segregar adrenalina, mi corazón bombea sangre con mayor rapidez, tengo  sus manos a un metro de mis pies. Saco las dos eslingas,  las pongo a cada lado de los hierros, atados con el mosquetón, las cuerdas caen a la altura de sus pies, le digo: “Pon los pies dentro de ellas, así tus brazos estarán más descansados, no tendrás que hacer tanta fuerza y podrás aguantan hasta que yo me descuelgue”. Ella no puede subir su propio peso con la sola fuerza de los brazos. Está cansada después de tantas horas en la grúa. Al final, consigue poner los pies dentro de cada eslinga. El peligro es inminente. Me siento en el hierro con los pies colgados al vació, saco las pinzas del doble anclaje, las abro y las ato a los hierros laterales, agarro el grillón que va de mi cintura a mi espalda, abro el mosquetón, lo hago pasar por detrás del hierro que está a mi espalda y vuelvo a introducirlo al punto de sujeción lateral. Rápidamente, con la ayuda de las manos, me descuelgo de los hierros, mi cuerpo está en suspensión,  el sistema grillón aguanta mi peso y el doble anclaje es mi anti-caída. Tengo su cara a un metro de la mía, me acerco a su cuerpo, me mira con cara de pánico.  Intento tranquilizarla, mientras me acerco a ella. Mi instinto me manda trabar el otro sistema de grillón, el que cuelga por delante de mi cintura, sacar el mosquetón izquierdo, pasárselo por detrás de su cintura y, acto seguido, me lo anclo otra vez en el mismo lugar. Estiro la cuerda y nuestros cuerpos se pegan uno contra el otro. Ahora ya está mejor sujeta.  “No mires hacia abajo y mantén los pies dentro de las cuerdas” pienso. Cojo las pinzas que tengo de reserva, las que están sujetas a la sujeción de la espalda, abro las dos pinzas y las hago pasar por su cinturón cogiendo las tiras de su pantalón tejano.
Ahora estas bien sujeta: “mi cintura contra cintura, mi espalda contra tu cadera, mi espalda contra los hierros, mi pecho contra los hierros laterales de la grúa, tus pies apoyados en las eslingas, así que descansa los brazos, no los tenses, porque ahora tenemos que subir nuestro peso a pulso”. Incluso mis pestañas se alargan para unirlas a las suyas, cuando se conectan entre ellas se entrelazan como el ADN de forma helicoidal.

Amor-Ternura A-T
Cuerpo-Gladiador. C-G

La tensión se acumula en su rostro, la intento tranquilizar, le comento que tenemos que subir sin prisas pero sin pausa. La lluvia se intensifica un poco más, las gotas resbalan por su rostro, mojando sus labios de café y canela. Observo como los bomberos se acercan rápidamente hacia nuestra posición, pero de golpe se paran, algo va mal, miro sus vistas y veo como miran los hierros y se desprende, pero no lo puedo ver.

Cerca de mí, oigo un ruido seco y metálico, giro el cuello y localizo su procedencia.  Veo como los tornillos se están doblando y que las soldaduras están oxidadas y en muy mal estado. Le digo, nervioso, que hay que subir ya. Hacemos fuerza con los cuatro brazos y nuestros cuerpos unidos suben poco a poco. Apoyamos los codos en la base de los hierros laterales. Le digo que tengo que tensar el grillón de mi espalda para que también nos ayude a hacer menos fuerza.

- Oye, sonrisa perfecta, tendrás que hacer más fuerza de un lado ya que mi brazo tiene que tensar la cuerda.

Tenso el grillón de la espalda, otra vez el maldito ruido.... De repente se rompe el tornillo de la barra de hierro de mi lateral izquierdo.  Nuestros cuerpos se balancean hacia la derecha, el doble anclaje de ese lateral cae por la barra de hierro hasta el final, donde cae al vació y, sujeto a mi arnés, posteriormente la eslinga también la acompaña. El vaivén es continuo y otra vez el maldito ruido, se rompe el tornillo derecho, la barra de hierro queda colgada, la pinza del doble anclaje recorre la barra hasta que cae, seguidamente la eslinga le sucede lo mismo, nuestros cuerpos caen hasta que el sistema grillón de la espalda me frena. Nuestras vidas penden de un hilo. La sonrisa perfecta se agarra a mí, pasando sus finas manos por mi espalda. Veo, en el vació, como las dos eslingas caen hacia el infinito. La miro y le digo, antes de nuestro fin, porque la barra de atrás tendrá el mismo final, ahora todo peso está concentrado en la barra de atrás de mi espalda.
Me mira, la miro, le digo:

-          Siempre voy a quererte, molestarte, ayudarte, cuidarte, sonreírte, escucharte, aconsejarte, apoyarte.

Dos sonidos simultáneos suenan, secos y metálicos, el ADN se rompe su estructura se hace añicos y 
caemos. Simplemente, caemos.....

Mientras caemos, mis dobles anclajes bajan lateralmente y quedan colgados con su propio peso. El proceso hace inclinarse mi cuerpo que ahora está en posición horizontal.  Mi espalda contra la tierra, contra el cemento, contra el vacío, ella está encima de mi cuerpo con cara pálida. Le digo que se ponga en posición fetal, se encoge. Empiezo a notar como la velocidad va en aumento.  Mi cuerpo se tensa, el aire pasa entre mis piernas y mis bazos. Mi espalda nota el gran espacio, la presión del aire que ejerce es pequeña pero va poco a poco en aumento. El espacio entre las columnas y el suelo se estrecha cada vez más.  La miro, le aflojo el sistema grillón para que el golpe no sea mortal y pueda rebotar. Le susurró al oído: “Caerás encima de mí y tendrás mayor posibilidad de vivir.” Se queda muda. Ya no noto el viento. Empiezo a ver como las luces de los coches se reflejan en los edificios, como el sol pierde el ángulo de visión y ya no se refleja en mi cara. Los gritos y silencios de la gente se perciben. La velocidad no para de aumentar. La espalda se relaja como débil colchón de plumas, mi estómago y mi torso se ablandan, dejo de fabricar adrenalina, para crear endorfinas. La cubro con mis brazos, después de sacar totalmente el grillón de mi cintura con la suya, en cual cae lateralmente. Veo su nuca descubierta y pongo las manos.  Miro su frente, la beso por última vez. La espalda nota la presión del suelo, cada vez hay menos distancia al vacío. El aire se reposa en el ambiente, las voces se silencian, las luces azules y rojas, amarillas, se intercambian en los vidrios a gran velocidad rotatoria. El rostro repela las gotas de la lluvia, quedan solo mini-segundos. Mi voz quebrada, mi corazón enamorado y mi sonrisa casi perfecta, se abren mis labios:

"Te Quiero, Te Amo, como a nadie en este pequeño universo, cuídate mucho". Despliego mis brazos como un Ángel caído, para reducir la velocidad del infinito.

Adiós Sonrisa Perfecta.

Suena el teléfono,
Suena el teléfono,
Suena el teléfono.

Continúa con la trasmisión 25-mayo-2014  y luego la trasmisión segunda parte. 30-mayo-2014





4 comentarios:

  1. Una historia muy interesante. Ha valido la pena leerla hasta el final. La ilustración también es tuya?

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  2. la foto de la grua si es mia, la ilustracion no.

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  3. Emocionante e intrigante. Me ha gustado ...

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  4. Bonito relato además de original. La muy buena descripción del escritor permite al lector sentir todo lo que ocurre en escena tanto física como emocionalmente. Me ha gustado mucho.

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